Trabajadores de la economía gig enfrentan incertidumbre durante la reapertura de California
<<Las condiciones de trabajo habían empeorado y dudaba en volver a hacer este trabajo, pero era el único trabajo que era lo suficientemente flexible como para sacarme adelante>>

Casi un año después de que Uber adquiriera Postmates por $2.65 mil millones de dólares, la compañía ha decidido deshacerse de la aplicación Fleet de Postmates. En mayo del 2021, Postmates comenzó a advertir a los conductores de su flota que se cambiaran a UberEats antes del 7 de junio. Pasada esa fecha, los conductores ya no podrían completar las entregas a menos que estuvieran registrados en UberEats. Pero el cambio no ha sido tan sencillo, varios conductores han experimentado retrasos en el proceso de reinscripción, lo que ha provocado que los conductores pierdan ingresos o su capacidad para seguir trabajando para estas empresas mientras que California está reabriendo y aún continúa la pandemia de COVID-19.
Mientras escribo, mi registro para trabajar para UberEats aún no se ha completado y así me uno a una acumulación de solicitudes de conductores que aún están pendientes. Yo trabajaba como conductor con Postmates desde mayo de 2019. Trabajar durante la mayor parte de ese verano fue suficiente para experimentar la explotación laboral que enfrentan los conductores todos los días. Casualmente, ese verano obtuve una pasantía con un sindicato local en Los Ángeles, SEIU 721, para organizar a los conductores con la Alianza de Trabajadores Móviles (MWA), una campaña que aboga por los derechos de los trabajadores de la economía “gig” a nivel legislativo.
Durante el día, hablaba con varios conductores por teléfono, o en estacionamientos, para apoyar la ley AB5 (una ley que requiere que las empresas basadas en aplicaciones reclasifiquen a sus conductores como empleados en lugar de contratistas independientes). Animaba a los conductores a que exigieran mejores condiciones de trabajo y beneficios, como la atención médica y un salario más alto; por la noche, durante las horas de la cena, confirmaba por lo que pasaban los conductores al hacer yo mismo el trabajo como repartidor de comida con Postmates, desde la falta de apoyo al conductor, millaje desperdiciado, desgaste de mi vehículo, hasta un estado perjudicial de salud mental y física por un promedio de $ 6 dólares por pedido antes de propinas. Trabajar un turno nocturno a tiempo parcial me ganaba entre $ 40 y $ 70 dólares por noche. Fue suficiente para apenas sobrevivir durante tres meses, después de eso, dejé de hacer entregas por un tiempo.
En enero de 2020, la ley AB5 entró en efecto, pero las empresas de la economía “gig” (Como Uber, Lyft, etc.) se negaron a cumplir. Después, la pandemia de COVID-19 obligó a los conductores a enfrentar nuevos desafíos. Todos los conductores de reparto y transporte compartido se consideraban “trabajadores esenciales,” pero las empresas hicieron lo mínimo para mantener protegidos a sus conductores.
Dos meses después de que Los Ángeles entrará en lockdown por completo, los conductores recibieron un correo electrónico de Postmates informándonos que éramos elegibles para reclamar una mascarilla protectora que se enviaría sin costo alguno. Aproximadamente una semana después, recibí un sobre de tamaño mediano en el buzón. Cuando lo abrí, saqué un solo trozo de tela negra, casi transparente, con dos agujeros en ambos extremos. Este delgado pedazo de tela era el equipo de protección que nos impediría contraer COVID-19…y eso fue todo. No vino nada más en el sobre, ni siquiera una carta de agradecimiento o un mensaje de “mantente a salvo.” De hecho, si queríamos un desinfectante para manos, guantes o spray desinfectante directamente de Postmates, tendríamos que comprar cada artículo, o todos, en un paquete por veinticinco dólares.

Las condiciones de trabajo habían empeorado y dudaba en volver a hacer este trabajo, pero era el único trabajo que era lo suficientemente flexible como para sacarme adelante, al igual que miles de personas que habían perdido sus trabajos debido a la pandemia y recurrieron a las aplicaciones como su principal fuente de ingresos.
Karla Flores había estado en los Estados Unidos aproximadamente por un año cuando comenzó a conducir para Postmates durante la pandemia. Realizaba entregas en áreas como Hollywood y Beverly Hills, donde podía recoger más pedidos con mayores propinas. Eso fue hasta que no pudo posponer el cambio con UberEats para junio de 2021. Este cambio se le comunicó a los conductores por correo electrónico o cuando ingresaban a la aplicación para comenzar a trabajar. Hasta el momento, los cambios no se le han informado al consumidor.
«Había un mensaje que aparecía en la aplicación». Karla dijo: “Me negué volver a registrarme hasta el último minuto, pero no he podido hacer ningún trabajo porque la aplicación me impide hacer entregas.” Desde mayo, Karla ha estado esperando la aprobación de su solicitud y ha intentado comunicarse varias veces con Uber, pero aún no ha recibido una respuesta.
“Estoy en el mismo limbo en el que estaba cuando comencé a trabajar con Postmates.” Karla se refería a la primera vez que se inscribió como conductora de reparto, en la que tuvo que esperar dos semanas para empezar a trabajar porque su verificación de antecedentes tampoco estaba pasando. Una vez que fue aprobada, se dio cuenta de que ninguno de sus primeros pagos fueron depositados en su cuenta bancaria, «me tomó alrededor de un mes ponerme en contacto con alguien para que pudieran pagarme».
Karla es madre de dos hijas, tiene una licenciatura en Administración de Empresas de El Salvador y dijo que está familiarizada con cómo las empresas manejan sus modelos de negocios, pero específicamente, estaba muy familiarizada con Uber como conductora en su país natal. Con su trabajo ganaba lo suficiente para pagar las facturas, pero era un trabajo en el que arriesgaba su vida. En una ocasión, recogió a unos clientes que la llevaron a una zona conocida por tener pandillas. Cuando los llevó a su destino, le apuntaron con una pistola y le robaron la mayoría de sus pertenencias. Había hombres rodeando su coche, uno de ellos le dijo que tenía suerte de no estar muerta. Aunque estaba a salvo después del asalto, no había nadie a quien pudiera informar del problema. Incidentes como estos ocurren a diario en todo el mundo, pero las compañías de la economía gig no se hacen responsables de lo que les suceda a los conductores mientras están en el trabajo.
Ahora en los EE. UU., lejos de sus dos hijas que aún viven en El Salvador, mientras su trabajo en Postmates está en espera, cuenta con su trabajo con Amazon Flex, un programa que permite a las personas usar su propio vehículo para entregar paquetes, quienes también son clasificados como contratistas independientes. Técnicamente, son empleados por empresas del sector terciario quienes consideran a los conductores como «socios de servicios de entrega.» No se les garantiza los mismos salarios o beneficios que reciben los trabajadores de los almacenes de Amazon y Karla lo sabe, por lo que está a favor de que los conductores se sindiquen por mejores condiciones laborales. Siempre que sale a trabajar, Karla le envía su ubicación a su pareja y su familia. Es un trabajo con el que ella ya tiene experiencia y siente que es más seguro que tener que lidiar con clientes en su propio vehículo.
De manera similar, Jorge Vargas, un angelino que ha trabajado con varias compañías de transporte compartido y que ha atestiguado la presencia gradual de la economía gig desde los años 90, dijo que solía trabajar con Postmates, pero se negó a trabajar con la aplicación después de que bloquearon su cuenta en 2019. A altas horas de la noche en el área de Silver Lake, recibió una llamada de alguien de Postmates para recoger un pedido en Tommy’s. «Sentí que me estaban poniendo a prueba», dijo. Cuando recogió el pedido y lo llevó a su automóvil, recibió otra llamada en la cual le dijeron que se estacionara y no entregará el pedido. Después de eso, afirmaron haber detectado actividad fraudulenta en su cuenta, alegando que alguien más la estaba usando. Desde entonces, no ha utilizado la aplicación para realizar entregas.
Además de eso, nunca recibió su pago bono de $25. Los conductores generalmente reciben incentivos monetarios para cumplir con una cuota de entrega. «Puedes decir que no es mucho, pero si les están haciendo esto a otros conductores, piensa cuánto es eso si se lo hicieron a 1,000 conductores. ¿Cuánto dinero están robando del trabajo duramente ganado de la gente?».
Al hacer este trabajo yo mismo, sé que estas cuotas son muy difíciles de alcanzar, especialmente si conduces largas distancias como en Los Ángeles. Las cuotas pueden cambiar mes a mes o incluso semanalmente. Un día podrían ser 9 entregas en un período de cinco horas y obtienes un bono de $70 dólares, y al día siguiente asciende a 13 entregas.
Últimamente, Jorge ha realizado entregas con GrubHub, donde ha tenido una pésima cantidad de trabajo teniendo que conducir largas distancias ganando menos de lo que solía ganar antes. También es repartidor con la aplicación Roadie, donde entrega paquetes de tiendas como Sports Gear, Home Depot, o productos farmacéuticos, etc. Ha notado un patrón trabajando las aplicaciones de la economía gig que utilizan el mismo modelo comercial que afectará a otras industrias. Es posible que las condiciones de los trabajadores empeoren si se convierten en contratistas independientes y las compañías crean excepciones para negarles los beneficios.
En las elecciones de noviembre, las empresas gig aprovecharon las elecciones presidenciales para agregar la Proposición 22 en la boleta electoral de California y dejar que los votantes decidan cómo las empresas deben clasificar a sus conductores (a pesar de que las empresas de tecnología invirtieron casi $187 millones de dólares para influir la decisión de los votantes). La Proposición 22 excluye de AB5 a los conductores basados en aplicaciones, lo que permite a las empresas que desean contratar “contratistas independientes” continuar con su modelo comercial tradicional. En noviembre, el 59% de los votantes de California dijeron “sí” y casi de inmediato, los conductores se vieron muy afectados por las nuevas regulaciones, pero los esfuerzos para organizar a los trabajadores y revocar la proposición continúan fuertemente.
Actualmente, hay una demanda pendiente que impugna la constitucionalidad de la Proposición 22. La demanda fue presentada por SEIU junto con dos conductores y dos defensores: los consumidores de la plataforma. Según Wendy Knight, analista de investigación y políticas del sindicato local SEIU 721, dijo que la demanda se presentó en la Corte Suprema primero a principios de año, pero la corte se negó a escuchar el caso. No les impidió entablar un litigio en los tribunales inferiores, por lo que presentaron una demanda contra el estado de California en un tribunal inferior, en el condado de Alameda.
La primera audiencia oficial donde ambas partes presentarán sus argumentos tendrá lugar el 20 de agosto. Una vez que eso suceda, el juez fallara a favor o en contra de SEI. Lo más probable es que cualquiera de las dos partes apele dependiendo del fallo judicial. Luego, lo más probable es que vaya a la corte de apelaciones, lo que podría demorar unos seis meses más o menos. Dependiendo de la decisión de los jueces si alguna de las partes decide apelar nuevamente irá a la Corte Suprema, pero si se niega a escuchar el caso una vez más entonces la decisión de la corte de apelaciones prevalecerá. El proceso podría tardar aproximadamente un año y medio en obtener una resolución clara.
Si el fallo favorece a SEIU y la Proposición 22 fuera anulada AB5 se haría cumplir en la mayor medida de la ley. Pero, Wendy explicó que, «en este momento está en manos de los sistemas judiciales. Estamos dando lo mejor de nosotros con nuestro equipo legal, pero depende del fallo de los jueces».
Mientras tanto, organizadores como los de la Alianza de Trabajadores Móviles en Los Ángeles, continúan movilizando a los conductores, digitalmente o en el terreno, y continúan creando conciencia sobre los muchos problemas que ocurren en la industria de transporte compartido, entre ellos el problema de la alta tarifas de entrega a restaurantes, o la garantía de un estipendio de atención médica para todos los conductores, una de las promesas hechas por las empresas de conciertos con la Prop 22.
A pesar de estas nuevas promesas hechas después de la Proposición 22, los conductores no sienten que haya cambiado mucho, especialmente si están experimentando los mismos problemas. Ana Barragán, de South Central, ha sido conductora de Uber y Lyft durante los últimos cuatro años. Dijo que mientras trabajaba durante la pandemia, no podía usar ningún baño público debido a las restricciones de COVID. Su cuerpo desarrolló cálculos renales, por lo que tuvo que ser hospitalizada. Tuvo que pagar de su bolsillo sin ningún apoyo financiero de las empresas para las que conducía.
O en el caso de Julián Pérez, de Huntington Park, que trabaja de 10 a 12 horas diarias y tiene 61 años. Comenzó a trabajar para Uber después de que su trabajo en el equipo de conversión de escenarios en el Staples Center se detuviera. Durante las elecciones de Noviembre, Julián hizo llamadas en varios eventos con la campaña MWA, instando a la gente a votar “No” a la Prop. 22. Él se unió al sindicato después de tener un accidente en la autopista mientras trabajaba Uber. Alguien chocó su auto por detrás. Aunque el cliente y Julian estaban bien, y el automóvil con daños menores, cuando se informó del incidente, Uber le ofreció su plan de seguro que le costaría $ 2,500 para reparar el daño. Cuando se negó a aceptar la oferta, Uber bloqueó su cuenta, dejándolo con la única opción de cambiarse a Lyft y continuar trabajando con un nuevo vehículo.
Mientras que un cambio legislativo es una batalla que aún continua, los conductores no se han rendido. Mantenerse en solidaridad con los compañeros de trabajo es muy útil, incluso si no todos los conductores obtendrán los beneficios a largo plazo. «Algunos de estos conductores no lo entienden, no todos tienen las mismas experiencias cuando conducen». Dijo Jorge Vargas, «su mentalidad es solo ganar. ya sea que me beneficie o no, deberíamos solidarizarnos con nuestros compañeros de trabajo para mejorar nuestras condiciones de trabajo».
En cuanto mi reinscripción para trabajar en UberEats, estoy en una lista de espera para Uber Eats, DoorDash, GrubHub y Shipt. El cierre de una empresa de reparto significa que el resto de empresas están más saturadas. El último anuncio por correo electrónico que recibieron los conductores de Postmates fue el 9 de julio de 2021. Decía: «Tan pronto como el 9 de agosto, la aplicación Postmates Fleet desaparecerá. Eso significa que dentro de 30 días ya no podrá acceder a la aplicación Fleet».